Los proto-mamíferos fueron una forma primitiva de mamíferos que vivieron durante la era Mesozoica, al mismo tiempo que los dinosaurios. A pesar de ser pequeños y no tan dominantes como sus contemporáneos reptiles, estos animales jugaron un papel importante en la evolución de los mamíferos y eventualmente se convirtieron en los animales que conocemos hoy en día.
Los proto-mamíferos se caracterizaban por tener cuerpos pequeños, cubiertos de pelo y con dientes especializados para diferentes tipos de alimentación. A diferencia de los dinosaurios, estos animales eran de sangre caliente, lo que les permitía mantener una temperatura corporal constante incluso en ambientes cambiantes.
Uno de los grupos más conocidos de proto-mamíferos son los multituberculados, que eran pequeños roedores que se alimentaban principalmente de insectos. Tenían dientes afilados y adaptados para triturar la comida, lo que los hacía eficientes depredadores en su ecosistema.
Otro grupo importante de proto-mamíferos eran los mamíferos placentarios, que eventualmente evolucionaron para convertirse en los mamíferos dominantes en la Tierra. Estos animales se caracterizaban por tener crías que se desarrollaban en el útero materno, lo que les daba una ventaja evolutiva sobre otros grupos de mamíferos.
A pesar de su tamaño y relativa falta de dominancia en comparación con los dinosaurios, los proto-mamíferos eran una parte crucial de los ecosistemas Mesozoicos. Su diversidad y adaptabilidad les permitieron sobrevivir en un mundo dominado por reptiles gigantes, y eventualmente evolucionar para convertirse en los mamíferos que conocemos hoy en día.
En resumen, los proto-mamíferos fueron una parte fundamental de la historia evolutiva de los mamíferos, y su coexistencia con los dinosaurios nos brinda una visión fascinante de la diversidad y complejidad de la vida en la Tierra durante la era Mesozoica.