El 24 de septiembre de 2011, la Agencia Espacial Estadounidense, NASA, anunció que su satélite UARS (Upper Atmospheric Research Satellite) se encontraba fuera de control y que probablemente se estrellaría contra la Tierra en cuestión de semanas. Este anuncio generó preocupación en todo el mundo debido al potencial impacto que podría tener este evento.
El satélite UARS fue lanzado al espacio en 1991 con el objetivo de estudiar la capa de ozono y otros aspectos de la atmósfera terrestre. Sin embargo, en 2005 la NASA perdió el control del satélite y desde entonces ha estado orbitando la Tierra de forma errática hasta llegar al punto en el que se encuentra actualmente.
Según los expertos, el satélite UARS tiene un peso de alrededor de 6.5 toneladas y se espera que al menos algunas de sus partes se desintegren al entrar en la atmósfera terrestre. A pesar de que la probabilidad de que estos restos causen daños a la población es muy baja, la NASA ha anunciado que estará monitoreando de cerca la trayectoria del satélite y proporcionando actualizaciones periódicas sobre su situación.
Si bien es difícil predecir con exactitud dónde y cuándo caerán los restos del satélite UARS, se estima que la mayor parte de ellos se desintegrará al entrar en la atmósfera y que solo unas pocas partes podrían llegar a la superficie terrestre. Aun así, se aconseja a la población no tocar ni acercarse a ningún objeto que pueda provenir del satélite, ya que podría contener materiales peligrosos.
En resumen, el impacto del satélite UARS contra la Tierra parece ser poco probable que cause daños significativos, pero es importante mantenerse informado y seguir las recomendaciones de las autoridades espaciales para prevenir cualquier posible riesgo.